Una espesa capa de hielo lo ha mantenido oculto durante miles de años. Se trata de un enorme cráter, más grande que la ciudad de París, que fue esculpido por el impacto de un asteroide en Groenlandia.
Está enterrado bajo un kilómetro de hielo. Tiene unos 300 metros de profundidad y podría haber seguido escondido durante mucho más tiempo si no fuera por los radares de los aviones científicos de la NASA que sobrevolaron esta remota zona del Ártico para estudiar la pérdida de hielo debido al calentamiento global.
Con esos datos, se hicieron nuevos mapas topográficos en los que científicos del Museo de Historia Natural de Dinamarca detectaron anomalías en el terreno, donde se formó un gran anillo que ha resultado ser la huella dejada por la caída de esa gran roca que, según sus cálculos, medía un kilómetro.
El diámetro del agujero que formó supera los 31 kilómetros, un tamaño que, según explican sus descubridores en la revista Science Advances, situaría a este cráter entre los 25 más grandes que se han localizado en la Tierra.
El más famoso es el de Chicxulub, un agujero de 180 kilómetros de diámetro formado hace unos 65 millones de años en la península de Yucatán, en México.
Se cree que el asteroide que lo formó y que contribuyó a la extinción de los dinosaurios y de muchas otras especies animales, medía unos 10 kilómetros.
Ahora, el cráter encontrado en Groenlandia es mucho más joven, y la forma como se ha preservado, intriga a sus descubridores:
“Es sorprendente que el cráter se haya conservado excepcionalmente bien, porque el hielo de los glaciares es un agente erosivo increíblemente eficaz que tendría que haber destruido rápidamente las huellas del impacto”, explicó Kurt H. Kjær, investigador del Centro de Geogenética del mencionado museo danés.
Los científicos han averiguado que el asteroide que impactó en Groenlandia estaba compuesto mayoritariamente de hierro, pero no han podido determinar cuándo cayó.